Luchar contra la realidad es ya duro de por sí, pero tener que luchar contra los propios sentimientos, avivados por este encierro forzoso que no hace sí no permitir a mi mente divagar y soñar con posibles improbables, es más duro aún si cabe.
Prefiero vivir con un sueño, por muy difícil que éste pueda llegar a ser, pues sin esa meta idílica, sin esa ilusión con la que levantarme todos los días, qué triste serían los días.
Si he de enfrentar esperanza y realidad, si en ese duelo mi corazón ha de sufrir, así sea. No quiero enfrentarme al terrible "y si..." del remordimiento. Que mi razón se enriquezca otra vez más de un paso mal dado, y mi sentir sea un poco más completo.
Hoy amanece siendo yo consciente de un sueño, inalcanzable seguramente, pero no por ello menos hermoso. He soñado con su cara, con su mirada, con su boca, con poder susurrarle al oído los sentimientos que en mí despierta, con ser su complice.

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