Una de las preguntas más estúpidas que suelen hacernos desde que somos unos renacuajos es cuál es nuestro color favorito. ¿Azul? ¿Rojo? Pocas más opciones son a priori permitidas por los adultos que nos rodean, forzando una elección tendenciosa y sexista. "Me gusta el verde." ¿Cómo es eso posible? Pobre de aquel que no tuviera una excusa, aunque fuera mala, para justificar su elección. "Porque es más bonito."
Con la tecnología al alcance de la mano, es fácil encontrar mil explicaciones a lo que cada color significa, desde las más convencionales a las más rebuscadas. No deseo entrar a discutir cuál de ellas es la más acertada (¿será el rojo pasión o peligro? ¿el azul tranquilidad o tristeza?).
No, sólo quiero despertar en cada uno la curiosidad a la que quizás cuando eramos pequeños no fuimos capaces de dar la debida salida. ¿Cuál es tu color preferido? ¿Por qué? La elección del color puede tener mil justificaciones distintas, y ninguna de ellas tiene por qué ser mejor que las demás. Una simple cuestión de estética es más que suficiente; ese "porque es más bonito" puede ser totalmente válido si de verdad se piensa que es así. No voy a pedir una racionalización de los gustos, sólo sinceridad en la elección.
Para ser sinceros, sé que pido demasiado, y más teniendo en cuenta que yo mismo soy incapaz de escoger un color de entre todos.
Azul, rojo, amarillo, verde, naranja, violeta, malva, marrón, rosa, fucsia, lila, esmeralda, turquesa, ocre, púrpura, beige... La variedad es tan grande, que elegir uno de entre ellos es casi imposible. Cada uno posee una cualidad única, especial... ¿cuál seleccionar de entre todos?
Cada color puede, a demás, poseer un matiz tan sutil, tan leve, que lo haga completamente distinto. ¿Te gusta ese verde, o quizás ese que un poco más oscuro? ¿Y qué me dices de este ligeramente más azulado? ¿Y si es aún más claro?
No, no puedo elegir un color. No puedo decidir si prefiero los tonos rojos de una rosa, o los tonos anaranjados de un amanecer, el azul del cielo de un dia claro, el verde de las hojas... Hasta el negro de la oscura noche que hace que resalte más la luz de las estrellas.
Podría caer ahora con mucha facilidad en evocar una imagen que atormenta mi mente, describiendola poco a poco, viendo en cada una de sus partes uno de los colores, dejandome arrastrar por ella. Pero no es eso lo que busco. O quizás sí, y lo esté rehuyendo.
Hace tiempo ya, cuando estaba en el instituto, tuve la enorme fortuna de tener una de las que a mi juicio ha sido y siempre será mejores profesoras que he tenido el placer de conocer. Ella era por aquel entonces mi profesora de matemáticas. Más allá de sus cualidades como maestra, he de agradecerle especialmente la pasión con que nos enseñaba, dejando muchas veces de lado la materia propia de su asignatura y acercándonos una forma distinta de concebir la realidad. Su elección de las matemáticas como asignatura no fue casual ni aleatoria. Para ella, más allá de toda creencia religiosa o mística, había una serie de cosas que eran comunes en el universo y que, por tanto, debían de ser la base para cualquier forma de entendimiento entre cualquier cultura, ya sea terrestre o no. Según su concepción, y hasta donde yo por aquel entonces entendí, las matematicas, la música y los colores (en todo su espectro, incluido el que va más allá del visible) debían regir la comunicación en su sentido más amplio.
Supongamos como buena esta concepción del lenguaje. ¿Cómo elegir un color? Cada color estaría asociado a una palabra, o a una idea, una sensación, una emoción, o un objeto. No podría dar preferencia a uno por encima de otro, pues, como las propias palabras, unas se necesitan a las otras, se complementan, para formar un todo único y especial.
Y después de todo esto, ¿has decidido ya cuál es tu color?
Yo sí.

No, sólo quiero despertar en cada uno la curiosidad a la que quizás cuando eramos pequeños no fuimos capaces de dar la debida salida. ¿Cuál es tu color preferido? ¿Por qué? La elección del color puede tener mil justificaciones distintas, y ninguna de ellas tiene por qué ser mejor que las demás. Una simple cuestión de estética es más que suficiente; ese "porque es más bonito" puede ser totalmente válido si de verdad se piensa que es así. No voy a pedir una racionalización de los gustos, sólo sinceridad en la elección.

Azul, rojo, amarillo, verde, naranja, violeta, malva, marrón, rosa, fucsia, lila, esmeralda, turquesa, ocre, púrpura, beige... La variedad es tan grande, que elegir uno de entre ellos es casi imposible. Cada uno posee una cualidad única, especial... ¿cuál seleccionar de entre todos?
Cada color puede, a demás, poseer un matiz tan sutil, tan leve, que lo haga completamente distinto. ¿Te gusta ese verde, o quizás ese que un poco más oscuro? ¿Y qué me dices de este ligeramente más azulado? ¿Y si es aún más claro?
No, no puedo elegir un color. No puedo decidir si prefiero los tonos rojos de una rosa, o los tonos anaranjados de un amanecer, el azul del cielo de un dia claro, el verde de las hojas... Hasta el negro de la oscura noche que hace que resalte más la luz de las estrellas.



Y después de todo esto, ¿has decidido ya cuál es tu color?
Yo sí.