viernes, 6 de marzo de 2009

Retomando el blog

Hace ya algún tiempo que no escribía nada. Esta noche siento que debo hacerlo, aunque no tengo muy claro lo que quiero escribir.

Quizás debiera dejarme embargar por la música y permitir que sea ésta la que se exprese. Esta noche me siento perdido, más de lo que yo mismo creía podía estar. Una amalgama de emociones me acosa sin cesar, y estoy buscando refugio en aquello que desencadena un caos mayor en mi interior.

Querría expresar alegría, o esperanza, pero no me siento capaz, no de momento. Y es ahora cuando la música se expresa mejor que uno mismo, cuando lo que otros ya cantaron en su día dice más de uno mismo de lo que cualquiera pudiera.



"Hola Oscuridad, mi vieja amiga,
he venido a hablar contigo otra vez.
Porque una visión arrastrándose suavemente
dejó su semillas mientras estaba durmiendo.
Y l avisión que fue plantada en mi cerebro
todavía permanece dentro de los sonidos del silencio...

...y en la luz desnuda ví
diez mil personas, quizás más,
gente hablando sin conversar,
gente oyendo sin escuchar,
gente escribiendo canciones que las voces jamás compartirán
y nadie osó molestar a los sonidos del silencio..."


Pero hasta el más profundo de los silencios se quiebra cuando una gota cae, cuando el más leve de los murmullos se produce, o cuando el más débil de los latidos golpea nuestro pecho.

Si hay algo que aún me sorprenda cuando escucho ciertas composiciones es el amplio abanico de recuerdos, emociones, sensaciones y sueños que una misma pieza puede ocasionar. En mi caso hay una a la que le tengo un especial apego, la sonata Claro de Luna de Beethoven, en su primer movimiento. Quizás por eso intento aprenderla (sin demasiado éxito), para poder interpretarla yo mismo y hacer que aquello que despierta en mi sea ocasionado por mi mismo y se cierre así un círculo. En mi caso comienza expresando un melancolía y una tristeza que van creciento pausadamente, hasta que llega un momento en que desbordan, y es en ese momento cuando el alma se tranquiliza, y poco a poco resurge de nuevo esa melancolía, esta vez más próxima y menos dolorosa.



Pero ¿cómo interpretar esa melancolía? ¿De dónde surge? No sé exactamente en qué se inspiraría él para componerla, pero sí que puedo imaginar en que situación me vendría a mi a la cabeza. Una noche despejada, de luna llena, en la que las estrellas ceden su posición de privilegio en la oscuridad. Su luz entra fuerte y clara por la ventana abierta, atrayendo mi atención. No puedo por menos que sentarme frente a la ventana y admirarla. Y ver en su perfil el rostro ausente, y suspirar por no poder notar a mi lado su presencia. Una pequeña nube se interpone ante su luz, y como si intentara apartar el pelo de su rostro, muevo la mano hacia ella.





Y sin embargo, hay otras canciones que dan un inusual calor a nuestro corazón, alimentando con cada nota nuestros sueños y esperanzas, haciendonos creer que aquello que anhelamos es posible, que lo que entre lágrimas aparece ante nuestros ojos puede ser lo que éste delante nuestra.

Cuando acabe de escribir estas líneas faltaran unas pocas horas para que la luna se muestre ante mi en todo su esplendor. En ese momento, abriré mi ventana, miraré hacia ella, cerraré los ojos y dejaré que la música revolotee por mi cabeza una vez más...


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